martes, 6 de noviembre de 2007

LA COMPETENCIA

La competencia es el componente interno que lleva cada persona al enfrentarse a un
suceso, con el fin de alcanzar un objetivo, ese enfrentamiento puede ser consigo
mismo o con otro u otras personas. Es el toque mágico que da mayor emoción a un
juego o encuentro deportivo. La competencia se define como “un valor que pone en
disposición a las personas de enfrentarse y/o compararse con los otros, incluso
consigo mismo” .

Es un elemento intrínseco del deporte y de los juegos, es esa energía que impulsa a los
participantes dar todo de sí para alcanzar un objetivo propuesto; por eso la Educación
Física no debe desentenderse de ella, ¡eso es imposible¡, lo que si puede el maestro
es tenerla como medio, más no como fin en la consecución de los objetivos propuestos
en las tareas para sus alumnos.

Dentro de la Educación Física, los juegos cooperativos se muestran como un medio de
acción e interacción donde la competencia no se muestra como un componente básico
de ellos; sin embargo autores como Mosquera y colaboradores consideran que “en la
Educación Física la cooperación y la competición van unidas. Los jugadores compiten
entre sí pero es necesario que exista cooperación entre los jugadores de cada uno de
ellos...Aunque también debe darse la colaboración con los jugadores contrarios con el
fin de facilitar el desarrollo de un encuentro en las mejores condiciones”.


COMPETENCIA Y AGRESIÓN:


Ser humano significa Inteligencia, consciencia, pensamiento, sentimientos y razón,
aspectos que lo diferencian de los demás seres vivos, pero existen elementos del diario
convivir que hacen que todas esas capacidades humanas se reviertan a tal extremo
que lo haga parecer a uno de tantos animales que habita éste planeta tierra.

La competencia hace que actividades (juego deporte) llamadas a potenciar en el niño
la socialización, interacción y el respeto entre otras más capacidades, fácilmente se
conviertan en campos de batalla. Dice Vélez M., “Toda situación competitiva entre
humanos demanda y genera agresión. Las competencias deportivas, a pesar de su
carácter pretendidamente amistoso y cordiales, son especialmente provocadoras de
esta respuesta” , y agrega “Todo concurso –aun los de simpatía- despierta entre los
participantes las mismas y conocidas respuestas agresivas, principalmente entre
perdedores”.
La competencia pone al niño en una situación de “ganar no es todo, es lo único”,
posición bastante egoísta, consigo mismo y con los demás, ya que se olvida por un
momento todos los “altibajos” a los que está expuesto el humano; en un instante puede
estar muy bien, pero esa situación puede cambiar repentinamente. Igualmente es
egoísta porque, se desconoce las posibilidades y las capacidades del otro, se cierra el
pensamiento ante el derecho que tiene el otro de ser posible ganador.
La competencia genera exagerada tensión en el individuo, tanta, que ante el más
mínimo obstáculo para conseguir el objetivo propuesto, reacciona instintivamente con
una conducta no beneficiosa para su contendor. Experiencias como “En el grupo
segundo dos niñas resultan golpeadas en los brazos, al ser empujadas por dos
compañeros quienes tratan de impedir que las niñas anoten puntos a favor en el juego
“el pañuelito. Es así como ésta tensión provoca comportamientos agresivos ya sea
física o verbal. Lo más común entre los escolares es repartir empujones, golpes,
puños, arañar, patadas o tirar saliva; desatendiendo si es o no compañero de equipo;
Ésta realidad se evidenció en la práctica cuando “Brayan, de segundo, empuja
bruscamente a su compañero de equipo porque no realiza la actividad con rapidez y
les va hacer perder el juego”.
“En la recogida de los materiales Cristian quiere encestar en la bolsa la pelota que
trae , otro compañero se lo impide, por lo cual el primero se enoja mucho y le da puños
y patadas al niño”, es una experiencia de la competencia consigo mismo, el se fijó un
objetivo: Encestar la pelota, pero otro se lo impidió, igual mente éste hecho
desencadenó una reacción agresiva en el ofendido.

Los juegos de relevos aplicados con frecuencia en la escuela, se caracterizan por que
su carácter competitivo hace que sean muy atractivos para los estudiantes ahí ellos “se
muestran más colaboradores unos con otros, para tratar de alcanzar el triunfo, pero no
se despegan del asunto de la competencia, a tal punto que intentan hacer “trampa” con
el fin de alcanzar” la victoria 98. Ésta actitud deshonesta a veces va acompañada de
innumerables incidentes donde la competencia es su principal gestor: las continuas
peleas por los primeros puestos en la hilera, los empujones para evitar que el contrario
anotara un punto más para su equipo, quejas porque un compañero se “encoló”en la
hilera, el insulto para el compañero que no logró un buen desempeño en su labor y
golpes o insultos porque un compañero se escogió el implemento que alguien creyó
que era el mejor. Pero el maestro no debe ser ajeno a éstos sucesos, debe tratar de
enfocar el desarrollo de la actividad hacia la fomentar el trabajo en equipo, el respeto
por la diferencia en cuanto a las capacidades, el desarrollo de las habilidades básicas,
la autoconfianza, la participación activa de todos en la clase y la atención del
estudiante, dándole poco énfasis en quienes ganan o pierden.

En todas las sociedades, ya sean numerosas o pequeñas deben existir parámetros
que rijan el comportamiento de sus integrantes, para facilitar la convivencia entre ellos.
En la escuela la norma corresponde al reglamento estudiantil, a la serie de requisitos
con sus respectivas sanciones que los estudiantes deben tener en cuenta mientras se
encuentren vinculados a la institución; para las directivas es la manera de controlar a
la comunidad educativa, especialmente a los alumnos.

En el aula de clase deben existir normas que rijan cada sesión. Cuando no hay reglas o
éstas no son claramente comprendidas por los estudiantes, los problemas están en
todas partes y en cada momento. De la misma manera, cuando un salón de clase está
saturado de normas, para el alumno se vuelve difícil adaptarse y funcionar en él, y
más aun cuando las reglas sólo están dadas para el beneficio del maestro y no se
construyeron pensando en la necesidad de los actores de la clase: maestro y alumnos.
Para evitar conflictos, las escuelas y salones de clase deben instituir procedimientos
que involucren a los alumnos y a los maestros, donde juntos participen en la
construcción de la norma.

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